Un informe de la ONU alerta de la paralización de los ODS y el retroceso del desarrollo global

La pandemia de la COVID-19 está teniendo importantes efectos negativos en la estrategia de desarrollo internacional y complica aún más alcanzar las metas fijadas para 2030. Es la principal conclusión del informe anual sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, presentado en la inauguración del foro político de alto nivel sobre desarrollo sostenible de Naciones Unidas celebrada a comienzos de este mes.


“Estamos en una encrucijada clave en la historia humana. Las decisiones y acciones que se tomen hoy tendrán consecuencias trascendentales para las generaciones futuras”, señaló el responsable del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, Liu Zhenmin. La tragedia de la pandemia “debe servir como llamada de atención para que el mundo trabaje junto para lograr los objetivos globales”, afirmó Zhenmin. 
Y es que el COVID-19 ha detenido o invertido años o incluso décadas de progreso en el desarrollo. Según el informe, la pobreza mundial aumentó por primera vez en más de 20 años. Más de 100 millones de personas volvieron a caer en la pobreza extrema y el hambre crónica. Se perdió el equivalente a 255 millones de trabajos de tiempo completo y 101 millones de niños adicionales han caído por debajo del nivel mínimo de competencia lectora.


La pandemia además ha puesto de manifiesto e intensificado las desigualdades. Los más pobres y vulnerables corren un mayor riesgo de infectarse por el virus y han sido los más afectados por las consecuencias económicas. La distribución de vacunas ha sido un espejo de las desigualdades mundiales: al 17 de junio de 2021, se administraron alrededor de 68 vacunas por cada 100 personas en Europa y América del Norte, en comparación con menos de 2 en África subsahariana.
Por otra parte, la recesión económica no frenó el clima, la pérdida de biodiversidad o la crisis de contaminación. Las concentraciones de los principales gases de efecto invernadero siguen aumentando. El mundo se quedó corto en los objetivos para 2020 destinados a detener la pérdida de biodiversidad, mientras que cada año se siguen desechando 5 billones de bolsas de plástico de un solo uso.


Con todo, el informe señala que los gobiernos, el sector privado, el mundo académico y las comunidades han demostrado una notable capacidad de recuperación y acción. Los gobiernos anunciaron más de 1.600 nuevas medidas de protección social, científicos de todo el mundo han trabajado juntos para desarrollar vacunas que salvan vidas en un tiempo récord y una transformación digital mundial ha cambiado la forma en que interactuamos, aprendemos, trabajamos y hacemos negocios.
Por todo ello, el informe nos recuerda que “el futuro está en nuestras manos y los próximos meses serán críticos. Nuestra respuesta colectiva durante los próximos 18 meses determinará si la crisis del COVID-19 sirve como una llamada de atención muy necesaria para impulsar una década de acción verdaderamente transformadora que ofrece para las personas y el planeta”. Lo que sin duda está claro es que, para poder cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible “el sector público y el privado deben usar la recuperación de la pandemia para impulsar un desarrollo inclusivo y una economía baja en emisiones”.


El acceso a agua limpia y saneamiento sigue siendo un reto. En todo el mundo, una de cada tres personas seguía sin tener acceso a instalaciones básicas para lavarse las manos con agua y jabón en el hogar, por lo que eran especialmente vulnerables a la COVID-19. En los 42 países y territorios que informaron sobre la generación y el tratamiento de aguas residuales en 2015, el 32% de los flujos de aguas residuales recibía algún tipo de tratamiento. Se estima que el 56% de las aguas residuales generadas por los hogares en 2020 se trató de forma segura, según datos de 128 países y territorios.


[Noticia publicada originalmente en El Ágora. Lee el original aquí

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