¡¡Recytronica colabora con la reinserción social!!

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Trabajo y sueldo como antídoto para la condena

El camión traslada a la prisión los productos informáticos para el taller de reciclaje./MANUEL LAYA
El camión traslada a la prisión los productos informáticos para el taller de reciclaje. / MANUEL LAYA

Presos de la cárcel de Topas adquieren una capacitación profesional y hábitos laborales en un taller de reciclaje

A primera vuelta puede resultar sorprendente el dato, dado el desconocimiento generalizado imperante en la sociedad sobre cómo ocupan las horas del día y a qué se dedican las personas que cumplen condena en una centro penitenciario, pero lo cierto es que nada más y nada menos que 200 de los aproximadamente 700 reclusos de la prisión de Topas están dados de alta en la Seguridad Social por desempeñar algún tipo de trabajo productivo. Y es que estar detrás de las rejas y dormir a la sombra no significa, ni muchísimo menos, que no se pueda llevar a cabo una actividad laboral, que fomenta, precisamente, la reinserción de los presos.

Todos estos sugestivos planteamientos son los que sustenta y abandera la entidad pública estatal Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, un ente que se encuentra adscrito al Ministerio del Interior, a través de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, cuyo reto es la promoción, la organización y el control del trabajo productivo y la formación y orientación para el empleo de los reclusos en la extensa red de centros penitenciarios españoles.

 Gracias al citado ente estatal, la cárcel de Topas ha puesto en marcha hace dos semanas, en virtud del acuerdo alcanzado con la empresa Recytronica, con sede en Valladolid y especializada en la gestión de residuos, el reciclaje tecnológico y el reciclaje informático, un innovador taller productivo, que está dando trabajo a seis internos, quienes desarrollan su actividad laboral de 09:00 a 13:00 horas de lunes a viernes, según los datos facilitados por el director del centro penitenciario de Topas, Carlos García; el responsable de la empresa Recytronica, Jaime Balboa, y el coordinador territorial en Castilla y León de la entidad pública estatal Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, José Manuel Sánchez Martín.

Esta novedosa iniciativa se enmarca, precisamente, en la estrategia de esta entidad pública estatal de poner a disposición de las empresas externas que deseen llegar a un compromiso de colaboración, las instalaciones y recursos humanos necesarios para el desarrollo de un proyecto o actividad en las naves industriales de los diferentes centros penitenciarios españoles. En virtud de todo ello ha sido posible que Recytronica ponga en funcionamiento este taller.

Los internos perciben una remuneración y están dados de alta en la Seguridad Social

Ecuador, Rumanía, Marruecos, Salamanca y Zamora son los puntos de procedencia de los seis internos que trabajan en el taller, que se encargan diariamente de desmontar las torres CPU de viejos ordenadores de sobremesa y de routers que ya no se utilizan. Los internos emplean diferentes tipos de herramientas –martillos, destornilladores– para separar las piezas de cada CPU y de cada router, extrayendo la placa base de cada aparato y separando los componentes. Recytronica transporta en un camión las torres de ordenador y los routers hasta el taller de la cárcel de Topas y, al mismo tiempo, recoge todas las piezas desarmadas para su posterior reciclaje.

Módulo retributivo

Cada uno de estos seis internos cobra una retribución económica, basada en un módulo retributivo en correspondencia con el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), tal como estipula el real decreto vigente relativo al trabajo productivo en las prisiones. Además, están dados de alta en la Seguridad Social beneficiándose de su cobertura. Carlos García destaca en términos especialmente positivos que, gracias a este tipo de talleres, los internos «están ocupados, desarrollan un trabajo productivo y todo eso se valora positivamente por la Junta de Tratamiento de cara a la obtención de posibles beneficios penitenciarios».

Imagen del taller de sillas montar de Topas.
Imagen del taller de sillas montar de Topas. / MANUEL LAYA

Para optar a estos talleres, los internos deben solicitarlo rellenando la correspondiente instancia. Se constituye una bolsa de trabajo y la Junta de Tratamiento, en virtud de los criterios que estipula el real decreto que regula la regulación laboral, adjudica los puestos. Hay que valorar y ponderar también, a la hora de efectuar la selección de los internos, el tiempo que deben permanecer en la cárcel, dado que no se acostumbra a seleccionar internos que, por ejemplo, en un plazo cercano van a obtener la libertad condicional. Además, el trabajo que llevan a cabo diariamente es supervisado en todo momento por un empleado de la empresa Recytronica, que se encarga de su formación.

Carlos García alude a otras vertientes positivas de los talleres. «El interno puede de esta forma disponer de una cantidad de dinero prudencial para sus gastos, como puede ser el economato, y los reclusos extranjeros pueden así enviar dinero a sus familias a sus países de origen».

Más talleres

Pero el taller de reciclaje tecnológico no es el único que opera en la cárcel de Topas, según pone de relieve Carlos García. Desde hace más de dos décadas está funcionando un taller productivo de corte y confección, en este caso ofertado por la entidad pública estatal Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo. Los internos que trabajan en él tienen horario de mañana y de tarde, es decir, desde las 09:30 hasta las 14:30 horas en horario matinal y de 17:00 a 19:00 horas en sesión vespertina. La funcionaria de prisiones responsable del mismo remarca que el taller tiene unos efectos muy beneficiosos para los internos, dado que no solo les permite conseguir unos ingresos mediante la correspondiente retribución económica, sino que se fomenta y se inculcan en los presos valores como la responsabilidad y la disciplina en el trabajo con el cumplimiento de los horarios, el aprendizaje de un oficio y también la sana convivencia entre los internos.

La prisión cuenta también con talleres de corte y confección, sillas de montar y cuerdas

Elías Zárate es un ciudadano peruano que está cumpliendo la condena que le impuso el juez en la prisión de Topas y que trabaja diariamente en el taller . «Me gusta este trabajo, lo aprendí rápido y estoy contento con lo que hago», apunta este interno peruano. Actualmente los reclusos del taller de corte y confección están volcados en la producción de los uniformes de las funcionarias de prisiones.

Pero todavía hay más. También existe en la cárcel un taller productivo para la producción de sillas de montar, donde los internos que participan demuestran su destreza y ejercitan sus habilidades protagonizando un trabajo totalmente artesanal. Otro taller productivo es el dedicado a la elaboración de cuerdas.

A los presos de estos talleres productivos hay que sumar el extenso listado de internos que también trabajan, con la correspondiente retribución salarial, y que se encuentran distribuidos por las diferentes secciones del centro penitenciario, como son la cocina, la panadería, el mantenimiento y los talleres auxiliares.

José Manuel Sánchez Martín confirma que en Topas hay ahora mismo unos 200 presos que cobran una retribución económica y están dados de alta en la Seguridad Social, pudiendo optar a sus diferentes coberturas, como pueden ser una enfermedad común o un accidente de trabajo.

Hay que tener en cuenta que actualmente la población reclusa de la cárcel salmantina asciende a unos 700 internos, de los que 40 son mujeres. En estas cifras están incluidos os internos de los centros de reinserción social de Salamanca y Topas, que forman parte también de la estructura de esta cárcel.